¿Pena de muerte?

En los últimos días he estado viendo un montón de mensajes, reportajes, notas informativas y demás referentes a la legalización de la Pena de Muerte en México. Me gustaría hablar sobre ello.

Primero.

¿Qué es lo que ha detonado que la “opinión pública” y, especialmente, los medios informativos nos bombardeen con esta propaganda a favor de la pena capital? Repasemos: todo esto comenzó cuando un “junior” fue secuestrado y muerto por sus captores. Un miembro de la clase alta de nuestra sociedad. Uno solo. Su padre, dueño de un emporio deportivo, alza el grito al cielo (como cualquier padre) y los medios de comunicación hacen bastante eco de este hecho (como nunca lo hacen), entonces convocan a una marcha y “toda la sociedad” mexicana se ve gritando consignas para parar la impunidad y la inseguridad.
Me pregunto qué sería de Ciudad Juárez si el mismo eco, si el mismo despliegue mediático se hubiera llevado a cabo a raíz de una sola muerta (asesinada), de una sola de más de quinientas (cifras oficiales) mujeres y niñas secuestradas, violadas, ultrajadas, torturadas, asesinadas, descuartizadas y desaparecidas. Qué sería del Estado de México si también tuviera eco el grito de dolor de uno solo de los cientos de padres y madres de mujeres que también son violadas y asesinadas (porque Cd. Juárez, lamentablemente, no es el único lugar donde suceden feminicidios). No es que me parezca mal el hecho de que el dolor de la familia Martí haya encontrado eco en la sociedad, sólo es que me parece que hay asuntos aún más graves a los que no se les da la importancia que se merecen.
¿Por qué las diferencias? ¿Por qué entonces, si en Cd. Juárez, son más de 500 muertes (tan o más violentas e injustas) no se les da el mismo eco en los espacios informativos? ¿Por qué el pacto por la seguridad nacional no se generó a raíz de la violencia en contra de tantas y tantas mujeres? ¿Será porque estas mujeres eran pobres, de las clases más bajas? ¿Será porque eran maquiladoras y no herederos de algún emporio deportivo, televisivo, mercantil o de cualquier tipo? ¿Será porque eran mujeres? ¿Será porque no tienen madres y padres que puedan, por medio del poder que otorga el dinero, hacer eco en los medios de comunicación? ¿Será que a la sociedad nacional le interesa más lo que le pasa a un solo individuo de la clase alta que lo que le pueda pasar a cualquier mujer pobre, es decir, al grueso de la población femenina (donde las propias madres, hermanas, hijas, primas podrían estar incluidas)?

Segundo.

En nuestro país, sentenciar al acusado no significa sentenciar al culpable. Las cárceles mexicanas están repletas de personas que no han cometido el crimen por el que fueron sentenciadas (no sé si han cometido otros delitos) y que, sin ser procesadas, son recluidas en cárceles que desde hace años han superado la cantidad de reos para la que fueron erigidas (sobrepoblación en cárceles). ¿Quién o qué nos garantiza que la pena de muerte sea aplicada de manera diferente a como viene funcionando el sistema penal? ¿Qué nos garantiza que el/la ejecutado/a sea realmente responsable por el delito del que se le acusa? Y, ¿si después de unos años el caso se aclara y se descubre que la persona ejecutada no era la responsable del delito sino alguien más? ¿Se aprobará también una ley para revivir a los ejecutados?
En países donde la pena capital es legal, no se han erradicado los crímenes que se castigan con ella. Por eso se sigue aplicando. El castigar no es la solución al problema, por más cruel y despiadada, por más salvaje y violenta que sea la pena que se aplique a secuestradores-asesinos, el secuestro-asesinato no se va a erradicar. Quizás si la policía en nuestro país no fuera tan corrupta y no estuviera tan inmiscuida en el crimen organizado (policía y crimen). Quizás si el sistema penal no estuviera tan viciado. Quizás esto nos aseguraría que la pena se aplique a quien “la merezca”. Pero no es así. Nuestra realidad es otra. No tenemos un sistema jurídico, penal en el que se pueda garantizar que, aunque seas acusado de un delito, no se te va a castigar hasta realmente conocer al culpable y determinar si ese eres tú o no. Esto nos podría llevar de vuelta al tiempo en el que a la gente se le colgaba o quemaba por el hecho de que su vecino sospechara de que practicaba la brujería. ¿Por qué castigar la muerte, con muerte? ¿Ojo por ojo y todos andamos tuertos y chimuelos?

Tercero.

¿Por qué siempre se piensa en castigar y no en prevenir? ¿Por qué no se busca una solución de fondo al problema y no sólo su eventual castigo? ¿Por qué no se habla de la formación de ciudadanos libres, solidarios con sus conciudadanos?
En México, se ven en promedio 4 horas diarias de televisión y se lee al año medio libro. O sea, se ven unas 1,044 horas de televisión al año. ¿Y qué se ve en la televisión? Sexo y violencia, básicamente. Programación para adultos y/o jóvenes, es transmitida en horarios infantiles. Los niños ven con gran placer cómo Goku, con su súper fuerza, golpea, destruye y mata a cuanto rival se le ponga en frente. Cómo Pikachu, así bonito como él solo, se vuelve una bestia y, sólo porque Ash se lo ordena, ataca sin piedad a otros seres como él. Incluso las Chicas Superpoderosas provocan que la violencia, como medio de solución de problemas, no sea la principal, sino tal vez la única válida, y esto se establece de manera permanente en la mente de los infantes. Vemos cómo en programas “infantiles”, las modelos posan semidesnudas como si de programación adulta de media noche se tratara. Y es que, aunque existan el canal 7 de TV Azteca (el cual no es un escape sino simple y llana competencia que remeda las prácticas de quien controla el mercado), Once TV del IPN, el 22, Antena 3 (Canal 28), TV Mexiquense (Canal 34), etc., nuestros niños prefieren ver la programación violenta del canal 5 de telenvicia. Querámoslo o no, Televisa forma ciudadanos violentos. Y es Televisa, en su “doblepensar”, quien más en alto grita contra la violencia generalizada en nuestro país. ¿En qué quedamos? ¿La violencia es rentable o es un “cáncer”?

Cuarto.

¿Por qué no se pone alto el grito de dolor de miles de obreros, subempleados y desempleados en nuestro país? ¿Por qué no se relaciona en los discursos políticos (en la práctica sí se hace) la pobreza, el hambre y el desempleo como uno de los múltiples orígenes de la delincuencia común y la organizada? (orígenes de la violencia) ¿Por qué, en lugar de estar ideando cómo “eliminar” a los delincuentes, no se piensa en cómo insertarlos productivamente en la sociedad? ¿Por qué no se busca cómo emplear a ese 4.06% (1,786,628 personas aproximadamente) de personas sin trabajo en el país?

Quinto y último.

Ojalá esta iniciativa de ley (propuesta por el “partido que defiende el amor y la vida” -según ellos mismos-) no se apruebe. Nadie tiene el derecho de privar de la vida a ninguna persona, eso incluye a los secuestradores, a las víctimas de éstos y al Estado. ¿Qué busca con todo esto? ¿Tener la satisfacción insana de la venganza? ¿Hacer de las ejecuciones algo tan común y cotidiano como comer y dormir? ¿Llenar a nuestra sociedad, y a nuestros niños, con más y más violencia?

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