Herencia clásica

Las culturas clásicas griega y romana son la base de la civilización occidental. ¡Qué descubrimiento acabas de hacer! Dirán sarcásticamente algunos. Pero es que muchas veces se nos olvida esta insignificancia, esta nimiedad. Veamos, en Grecia las mujeres tenían un lugar poquito más alto que los animales y mucho más bajo que los varones, en México las mujeres viven como griegas clásicas. En Roma, los gobernantes amansaban (o amensar) a la población con circo y pan, en México se hace con PAN y circo.

Durante la reciente campaña y su respectiva jornada electoral, en la que se eligieron diputados federales, seis gobernadores y, en el D. F. los 16 jefes delegacionales, se evidenció una vez más la herencia greco-romana.

Por ejemplo, en Guanajuato, estado azul, a los campesinos les hicieron fiestas, les invitaron a comer pollo rostizado y les dieron sus despensas en los cierres de campañas. Y, si con esto no se convencían de votar por el PAN, estaba listo un plan alternativo. Así las cosas, les pedían, con días de anticipación a la jornada electoral, la identificación oficial, es decir, la credencial para votar que emite el IFE. A cambio de esta concesión, a los votantes les eran entregados ni más ni menos que mil pesotes. La credencial les era devuelta segundos antes de pasar a votar y eran "acompañados" por infantes a los cubiles donde se marca el voto. Lo más deleznable del asunto es que es un secreto a voces que nadie tiene la intención de denunciar, ni los partidos de oposición.

En el Estado de México, durante la campaña electoral se veía a las familias ir en masa a los mítines priístas para que de regreso pudieran cargar al papá, al hijo y hasta al nieto con las sendas despensas que entregaba el partido tricolor. Durante el domingo 5 de julio, para que la gente votara por el Revolucionario Institucional, les daban sus láminas. No láminas para hacer dibujos, amigos diseñadores, sino láminas de asbesto para techar sus casas.

Y acá en el DeFectuoso, el perredé trató de convencer a los votantes usando a la infancia. Y no hablo sólo de la niña de sus comerciales, sino de los alumnos de preescolar y primaria a los que les eran entregados juegos de Serpientes y Escaleras (las serpientes descendían de un dibujo parecido al logo del PAN, sólo que sin letras o de la cara de un tipo pelón y con lentes, mientras que las escaleras subían siempre de "Higinio Chávez"), reglas y hasta una hoja con un sol caricaturesco para colorear. Y ya en la jornada electoral compraba por cuatrocientos pesos el voto, por lo menos eso en Iztapalapa. Mientras el PSD intentaba robar urnas electorales.

¿No se supone que en las campañas electores lo que se debe hacer es presentar propuestas? Ahora resulta que gana el que de más cosas o mejores. ¿Ahora entienden por qué no voté por ninguna de esas mafias? ¿A esto le llaman democracia? Se supone que la democracia es la voz del pueblo, pero en un pueblo donde antes que hablar es necesario comer la democracia se llena de vicios, porque quien tiene para alimentarte quiere que votes por él, aunque te de una torta antes de dar tu voto y una vez en el poder no te de ni un chicle.

Herederos de la cultura greco-romana, no podemos negar nuestra cuna.

¿Qué cómo me enteré de eso? Fácil, mis padres vacacionaban en Guanajuato y sus parientes les contaron el modus operandi del PAN. Mis amigos mexiquenses me corrieron la voz de las láminas. Y lo del PRD está en La Jornada.

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