Me da asco ver a tanta gente vestida de verde, blanco y rojo

Me da asco ver a tanta gente vestida de verde, blanco y rojo. A los infantes disfrazados de Hidalgos o de Morelos. A las niñas con sus faldotas y sus trenzas. Tanta parafernalia para celebrar algo inexistente. ¿A quién se le ocurre celebrar una supuesta independencia? Porque este país no es independiente. Económica y políticamente dependemos de lo que diga, haga y le pase al vecino del norte. Y no se diga culturalmente, retacados como estamos los mexicanos de la "cultura estadounidense", con Mickey, Hollywood, McDondald's y hasta el Dr. House. En este tiempo no existe un solo país independiente, por eso se llama globalización.

Independencia del yugo de la monarquía española, me corregirán algunos. Ajá, sí cómo no. La guerra de independencia en México fue hecha por españoles (Francisco Javier Mina) y criollos (Hidalgo, Primo de Verdad) que querían tener poder sobre estas tierras, por militares y sacerdotes (en el caso de Hidalgo y Morelos fueron ambas cosas) que no querían dejar de tener los privilegios que la reforma liberal en España les pretendía negar. Y, por si fuera poco, quien logró consumarla fue un militar realista, defensor de la corona, que luego se hizo emperador de México: Iturbide. Es decir que la guerra, el cambio, se hizo para que nada cambiara. ¿Se liberó el país del yugo?

Además, no entiendo por qué se celebra la independencia el 16 de septiembre si cuando se consumó era un 27 de septiembre. Ah, y para aquellos despistados, el 15 es el cumpleaños de Porfirio Díaz, y, como a don Porfi siempre le gustó ser el centro de atención, juntó su cumpleaños con la celebración nacional.

Pero, volviendo a lo inicial, detesto esta fecha. Es un mal pretexto para emborracharse, para bailar mal zapateado, para gritar a todo pulmón ¡viva México! Mientras se ondea una bandera tricolor made in China y con su trompeta comprada en Wal-Mart. Porque es estos días eso es lo auténticamente mexicano (o por lo menos eso nos quieren hacer creer). Hasta hay los que se disfrazan de Cuauhtémoc (el tlatoani mexica, no el jorobado de la selección de futbol), Moctezuma o Cuitláhuac mientras hacen pasos quesque de "danza azteca" y, al finalizar su acto, se vuelven a poner la ropa de mestizos y le mientan la madre al "pinche indio pata rajada" de la esquina que vende artesanías.

No estoy diciendo que todos sean (¿seamos?) así, pero sí la inmensa mayoría. Y creo que a quien debemos agradecer es a la SEP, que desde pequeños nos ha obligado a memorizar nombres y fechas, pero nunca a entender las cosas. Que nos hace poner en el mismo altar a Hidalgo, Iturbide y Guerrero aunque en la vida real no hayan sido tan semejantes como nos los pinta. Debemos agradecer a Televisa por hacer su "noche mexicana" con la Lucero vestida de mariachi y la Paquita cantando "Rata de dos patas" (¿me están oyendo inútiles?). Debemos agradecer a la "maravillosa" mercadotecnia, que nos atasca la visión de verde-blanco-rojo y la audición de mariachi.

Ah, porque esa es otra cosa. ¿A quién se le ocurrió decir que "lo mexicano" es el mariachi? Afortunadamente en este país hay una enorme variedad musical. Jarochos, huastecos, marichis, norteños, danzoneros, tropicales, bandas, boleristas, trovadores, y un sinfín de etcéteras. O ¿los veracruzanos, chiapanecos, yucatecos, bajacalifornianos, sonorenses no son mexicanos?

En fin. Que esta fecha me da asco, ya ha quedado claro.

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