Sobre el 19 de septiembre del 85

Sólo de pensar lo que fue aquél 19 de septiembre de 1985 me pongo triste, muy triste. Yo nací casi un año después y mis padres vivían (y seguimos viviendo) cerca del centro de Tlalpan, así que para mi familia, la destrucción que trajo el sismo fue una noticia y no un hecho (como bien diferenció Benedetti). Aún así, es definitivo que ese acontecimiento ha marcado nuestras vidas. Las vidas de todos los sobrevivientes. De sus descendientes. La vida de todos los que vivimos en esta vieja ciudad de hierro.

De boca en boca han pasado anécdotas tristes, chuscas, extrañas sobre aquel sismo. De la memoria de los padres y los abuelos ha viajado el recuerdo de una ciudad destrozada. De un pueblo que se unió para rescatar a los vivos y a los muertos que se habían quedado atrapados bajo los escombros de cemento. Algunos, al pasar por la zona del centro, recuerdan edificios ahora inexistentes, pero antaño símbolos del progreso nacional. Hay quienes, con ese bonito sentido del humor, me han comentado que el edificio del PRI no se cayó porque fue hecho para las grandes movidas. Aún hoy, a 24 años de lo sucedido, hay ancianos que, mientras platican el miedo que experimentaron al sentir moverse el suelo, señalan con sus manos, con sus ojos, una que otra grieta en algún edificio viejo.

En recordar la tragedia del temblor se empañan muchas personas. El gobierno, por ejemplo, que año con año planea y lleva a cabo un macro simulacro, más falso que un billete de 17 pesos dado su naturaleza planificada, pero que en los más mayores produce siempre esa sensación de estar reviviendo lo del '85. Los rupestres que recuerdan la partida de su más importante icono, Rockdrigo.

Muchas cosas han cambiado desde entonces, empezando con la estética de la ciudad. Las reglas de construcción en el deefe se han puesto más exigentes también. Creo que, por lo menos, algo bueno ha salido de aquella experiencia.

Por cierto, alguna vez un profesor del CCH-S comentó que el sismo afectó de manera significativa a los nacidos justo después de que sucedió. Según él, el miedo del sismo se tradujo en grandes dosis de adrenalina y otras cosas raras en los cuerpos de todos los habitantes. Luego entonces, las embarazadas transmitieron estas cosas a sus fetos. Las que no estaban embarazadas, pero que se embarazaron poco después, también las transmitieron y así todo bebé nacido en el defectuoso después del temblor y hasta un año o poco más después del mismo nació diferente a los demás bebés. Dice que nos dicen "la generación del sismo" o alguna mamada así. La neta es que no sé si sea cierto o no, pero quise comentarlo, tal vez alguien sepa aclarar mi duda y me ayude a confirmar lo dicho por ese maestro o a desecharlo deplanamente.

Y todo esto lo escribo porque hoy, 18 de septiembre de 2009, tuve que participar en el macro simulacro. Si no, lo hubiera escrito mañana.

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