Sobre lentes, distracciones y algunos peligros

Banda, les voy a contar algo, pero no se vayan a reír de mí... bueno, si quieren sí háganlo.

Resulta compas, que desde hace algunos años a la fecha he estado usando lentes de contacto. No por estética sino por comodidad, ya que los lentes de armazón a cada rato los rompía porque me quedaba dormido con ellos y eso resultaba algo nada rentable. Además de que con esos me siento como caballo que nomás puede ver hacia el frente.

El caso es que uso lentes de contacto. Y son tan cómodos que a veces se me olvida que los traigo puestos, son la neta. Imagínense qué tan cómodos son, y qué tan sonsamente distraído soy, que hoy por la mañana me di cuenta de que en tres días (¿o cuatro?, no recuerdo bien) no me había quitado los lentes.

Eso es una estupidez descomunal, no lo hagan nunca. Todos los médicos dedicados a los ojos (oculistas, oftalmólogos, optometristas, etc.) me han regañado cuando les comento que hay noches que no me los quito. Ahora imagínense que les diga que en tres días no me los quité.

Lo bueno es que no me pasó nada, salvo esa extraña sensación de hipersensibilidad. Cuando me quité los lentes de contacto me puse los de armazón y casi me caigo. Y es que tienen otra graduación, un poco más baja de la necesaria; y quienes usan lentes han de saber que al cambiar de graduación se siente como que todo se mueve. Luego ya en las calles casi me aplasta un microbús, y también casi choco con una pared. Más que nada por la sensación de movimiento telúrico que me hacía perder el equilibrio que por la mala calidad de la visión. Se siente de la re fregada.

En fin, no sé cómo, pero a estas alturas del día sigo vivo. Espero seguir así.

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