¿Qué pasó con la equidad de género?

Hoy por la mañana estoy (estuve) encabronado. Es muy temprano para estarlo (como diría mi padre), pero tengo una buena razón que les voy a decir en la parte final de este post.

Empezaré por decir que hombre y mujeres no somos iguales, ni biológica ni psicológicamente (gracias a las neurociencias por aclararnos este punto) así que hablar de igualdad entre mujeres y hombres es una total y completa pérdida de tiempo.

El concepto "equidad" es mejor porque se refiere a que, reconociéndonos diferentes, ambos géneros tengamos acceso equitativo a opciones laborales, educativas, impartición de justicia, etcétera. Y que también se compartan las obligaciones.

He visto muchas veces cómo a las mujeres les molesta que las traten como si fueran seres inferiores y tienen toda la razón en encabronarse. He visto cómo ponen el grito en el cielo exigiendo equidad de género, otras más radicales exigen el reconocimiento de la supremacía femenina. Y a algunas de esas mujeres las he visto también esconder su billetera cuando van al cine con su novio, exigir ayuda para cargar los libros (y si no la reciben incluso tachan de misógino chovinista al descarado varón que niega la ayuda), y tantas otras actitudes que para nada reflejan esto que se llama equidad de género.

Considero, como punto fundamental, que el primer paso para una emancipación femenina y una equidad de género real se necita una emancipación económica, sin la cual no puede haber realmente esta equidad. ¿Dónde está esta emancipación económica cuando las parejas van al cine y él es quien paga gasolina, estacionamiento, boletos y palomitas?

Considero, también como punto fundamental, que para lograr esta equidad de género se necesita un cambio de actitud tanto en las mujeres como en los hombres. Esta imagen tan arraigada en la conciencia colectiva que dibuja a las mujeres como seres indefensos que necesitan la protección y amparo del fuerte y viril macho debe ser desechada, debe ser tirada a la basura y quemarse para siempre.

Esa clásica actitud de "ayúdame con los libros porque soy nena y me rompo si los cargo" no tiene cabida. Tampoco esa de "ábreme la puerta porque tú eres el caballero y yo la dama". Y mucho menos esa de "yo agarro el taxi primero porque soy mujer y tú te puedes esperar a otro porque eres hombre".

Esa última actitud fue la que me encabronó hoy por la mañana. No es posible que hayan pasado cuatro taxis y los cuatro hayan sido ocupados por mujeres. No tengo nada en contra de eso, pero señoras, señoritas, si alguien llega primero que ustedes y hace la parada al taxi antes que ustedes, no se suban al auto, esperen a que les toque su turno.

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