Ni todo pacifismo es bueno, ni toda violencia es mala

Para bien o para mal, no vivimos en India ni son los años 40 del siglo pasado. Aquí no hay vacas sagradas ni tenemos a Gandhi (bueno, solo la librería).

No es mal pedo, pero cualquier movimiento que en México se ha dicho pacifista ha quedado en el olvido o en el fracaso. Mencionaré solo dos casos específicos e inmediatos para defender esta idea.

Después del fraude electoral de las elecciones pasadas, hubo un gran descontento entre la población que votó por el Peje. Este candidato llamó a la resistencia civil pacífica, o algo así. Se armaron toquines, se hicieron marchas exigiendo el recuento de los votos, se hizo un plantón en Reforma. Incluso se realizó la toma de poder simbólica en el Zócalo y toda la cosa. El sexenio pasó sin que nadie volteara a ver a los descontentos.

El 10 de octubre de 2009 el presidente, ese chaparro pelón y con lentes, decretó la extinción de Luz y Fuerza del Centro, lo que afectó a los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, uno de los más combativos y que más logros laborales habían tenido. La respuesta del sindicato fue hacer marchas, huelgas de hambre, plantones y todas esas cosas que evitan el uso de la violencia. Nadie los escuchó e incluso fueron objeto de la censura en los medios y en las charlas de persona a persona.

En estos dos casos no hubo mayor uso de violencia que las tomas de Reforma y el Zócalo respectivamente, lo cual no es un uso significativo de ésta. Y, como dije, en estos casos nadie escuchó las peticiones de los descontentos. Ahora veamos dos ejemplos donde sí se usó la violencia.

En 1994, el primero de enero, el día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se levantó en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Tomaron varias cabeceras municipales en Chiapas y le declararon la guerra al gobierno mexicano. Independientemente de que no hayan conseguido los propósitos que se plantearon en la Primera Declaración de la Selva Lacandona (marchar a la Ciudad de México, liberar al país, etc.), lograron varias cosas más: la atención de la sociedad civil, las mesas de diálogo donde se establecieron los Acuerdos de San Andrés, el apoyo de gente de todo el globo y, a final de cuentas, la transformación de la vida en las comunidades donde tiene su base social.

Cuando Fox dijo que construiría un aeropuerto en terrenos del lago de Texcoco y que pagaría 5 pesos por metro cuadrado de tierra (lo cual es poco menos que una mentada de madre), los campesinos ejidatarios llevaron a cabo una lucha frontal contra esta expropiación que más bien era un robo en despoblado. Tomaron cartas en el asunto e iniciaron una lucha legal. Del mismo modo resistieron combativamente al embate del gobierno panista. Al final, además de la sangre derramada, consiguieron que se frenara el proyecto del aeropuerto y conservaron sus tierras.

Tomada de http://unxcaemilesselevantan.tumblr.com/
post/18253189778
En estos dos casos sí se usó la violencia. Fue usada por esa cosa abstracta que decimos que se llama el pueblo para conseguir la defensa de sus propios intereses. No es una violencia desatada ni indiferenciada. Es, como dice el viejo y conocido proverbio punk: "odio bien dirigido es odio positivo", en este caso la violencia bien dirigida y bien usada, es violencia positiva.

Ya para terminar este post, solo quiero apuntar que, como ya sabemos, el Estado necesita de tres elementos básicos para constituirse: una administración especializada (burocracia), un código de derecho (leyes) y el monopolio de la violencia (ejército, policía, etc.). Mientras no se busque un cambio en alguno o la totalidad de estos tres elementos, no se le puede llamar revolucionario a un movimiento.

P. D. Échenle un vistazo a las protestas que se están haciendo en Grecia y Chile, solo por darse un quemón.

Comentarios