Mientras

Y mientras todo mundo, o por lo menos gran parte del mundo que conozco, se clava cada vez más en los juegos olímpicos de Londres, yo:
disfruto cada vez más las películas infantiles con la mejor compañía que pudiera pedir;
memorizo un texto con más giros que la montaña rusa más pinche loca del mundo (bueno, tal vez no tantos);
trato de re-escribir un rap que hice hace unos 3 años (y que tristemente sigue siendo vigente);
me peleo con mi celular (bueno, eso siempre);
edito, y re-edito tantas veces esos audios que se llena mi disco duro con cientos de versiones previas;
redacto la ficha de una obra de títeres en la que participo;
memorizo poesía para un espectáculo poético-teatral;
vuelvo a ejecutar música con instrumentos reales, en situaciones reales (lo cual no implica que deje de hacer música por computadora);
ejercito mi globoflexia (aprendo cosas nuevas, cosas buenas) y de paso regalo sonrisas a infantes desconocidos;
escribo, borro, vuelvo a escribir y al final alguno de tantos borradores ve la luz en mi blog (espero que los demás también lo hagan);
vuelvo a cruzar esas puertas con bisagra doble para degustar el jugo del metl;
me preparo para volver a las aulas de mi escuelita de juguete (lo digo por el tamaño y no por la calidad);
disfruto cada vez más la compañía de otros seres humanos, cosa que es algo inusual en mí;
me doy tiempo para recorrer las calles de la urbe en busca de pequeños rincones decorados;
y sonrío cada vez que miro esa sonrisa.

Pensándolo bien: huevón, huevón, lo que se dice huevón, creo que no lo soy eh.

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