¡Cht-cht!

Me desespera. Me incomoda. Me molesta. Me encabrona que alguien trate de llamar mi atención con un "¡cht-cht!".

Cuando alguien lo hace jamás volteó. Si me conocen, saben mi nombre o apodo para llamarme de esa manera. Si no me conocen, podrían gritar algo como "joven", "señor", "don oiga". O, en el mejor de los casos, acercarse a mí y hablarme directamente.

Les digo esto porque hoy en la mañana, a pocos minutos de haber ingresado al edificio donde laboro, uno de mis compañeros de trabajo, que sí me conoce, me hacía señas mientras emitía ese horrendo "cht-cht". Yo, la verdad, fingí demencia. Más tardé me reclamó:
–¿Qué onda mano?, te estuve hablando y ni me hiciste caso.
–¿Ah sí? No, no me di cuenta.
–Hasta parecía yo loco, así de "cht-cht" y tú ni volteaste.
–Ah, ha de ser porque no me llamo Cht-cht.
Sí, se me quedó viendo como pensando que qué mamón soy. Ni modo, así están las cosas.

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