De la expo a la feria

Habíamos postergado la visita a dos eventos que prometían ser buenos, pero ayer fuimos a dar el rol.

Estábamos en Ermita y tuvimos la suerte de que nos dieran un aventón hasta Bellas Artes. De lujo, ¿no? De ahí nos fuimos caminando a la Expo Reforma, que está cerca del metro Juárez. En ese lugar se llevó a cabo la Expo de los Pueblos Indígenas. Esta expo la organiza la CDI y es un intento por congregar a los indígenas artesanos y oferentes de servicios, tales como la medicina tradicional, el turismo que le dicen alternativo y cosas por el estilo.

No estuvo chida. Había un orden muy extraño de los stands, poca o nula información al público respecto a lo que se podría hallar en los diferentes espacios de la expo. Y los de seguridad eran más que groseros con la gente. En cuanto a los productos y servicios ofertados he de decir que sí había cosas bastante chidas. Había expositores de (casi) todos los estados, ergo, se podían hallar un cantidad enorme de productos. En cuanto a precios, pues había unos que sí estaban más baratos y otros que se ofrecían al doble. Había de todo, pues.

Dado que en el momento en el que visitamos la expo se llevaba a cabo la representación de la guelaguetza en el tercer piso, y considerando que no podíamos entrar sin boleto (mismo que se daba gratuitamente en planta baja), decidimos retirarnos del lugar.

De ahí nos fuimos caminando al Zócalo, no sin antes andar de mirones por la calle de las lámparas, el barrio… la calle china y demás minizonas atractivas del centro de la ciudad. Al fin llegamos a la XV Feria Internacional del Libro en el Zócalo. Es una cosa monstruosa. Cientos de editoriales. Un chingo de foros, bueno, nomás seis. Y un mar de gente. Anduvimos paseándonos entre los stands y, dado que no hallábamos los libros que buscábamos, nos detuvimos a comernos unas doraditas clandestinas.

Y, por si se lo preguntan, no hallamos libros de Jorge Ibargüengoitia. La editorial que lo publica, Joaquín Mortiz, no fue. Tampoco uno que trata de las enfermedades de los monstruos. De ese no conocemos ni autor ni editorial, estaba más que cabrón hallarlo.

Afortunadamente íbamos pasando al lado de una combi amarilla adaptada como foro, que si mal no recuerdo se hizo llamar Foro La Chula, cuando se anunció que daría lectura de sus poemas Genaro Patraka. Y como ese fulano sí me gusta cómo escribe poesía, pues nos quedamos a escucharlo. Fue una agradable coincidencia. Después de escucharlo nos retiramos, ya era algo tarde.

Estuvo cansada la caminata por el centro, pero valió la pena visitar ambos eventos.

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