Que en México se celebra a la muerte

Y que no se le teme, que incluso se le rinde culto. Que en México nos reímos de ella. Es más, que hasta tenemos una fiesta dedicada ni más ni menos que a la muerte. Ese tipo de cosas dicen algunos que, por lo visto, andan algo bastante perdidos.

Ofrenda en la Iglesia del Divino Salvador (que data del siglo XVI) , en la localidad de Ocotepec, Cuernavaca, Morelos. La ofrenda es parte de la tradición local, según la cual, en los hogares donde hubo algún muerto se instala la ofrenda para recibirlo en su regreso. Se puede apreciar un bulto que representa el cuerpo del finado, con una calavera por cabeza, que bien puede ser de azúcar, amaranto o de barro.

Por supuesto que no celebramos, ni festejamos a la muerte. Al menos no en el 2 de noviembre. [El culto a la Santa Muerte es cosa aparte.] Ni que el nuestro fuera un pueblo suicida u homicida. Como cualquier pueblo en el mundo, le tememos a la muerte y tratamos de evitarla.

Pequeña ofrenda colocada en mi hogar. Al fondo se pueden apreciar las fotos de nuestros muertos.

Lo que en realidad celebramos y festejamos es a nuestros muertos, que no es lo mismo que celebrar a la muerte. Porque no festejamos que hayan muerto, sino que vivieron y que por lo menos una noche al año vuelven con sus deudos a compartir los manjares que les ofrendamos. Celebramos los recuerdos gratos que de ellos nos quedan. Celebramos la vida que vivieron nuestros muertos.

Y por eso me gustan estas fechas, y particularmente me gustan los panteones. Porque se llenan de vida. De flores, de veladoras, de música, de gente, de alegría, de fiesta. Me encanta ver a los familiares rodeando la tumba, poniendo unas bocinas con la música que le gustaba al difunto, o contratando los servicios de los músicos que para tal fin recorren el cementerio. Me gusta ver a las familias compartiendo los alimentos en compañía de sus muertos. Me fascina reunirme con mi familia en torno a la morada de mis ancestros finados y recordar entre todos las canciones que a ellos les gustaban.

Fotografías tomadas en el Panteón de Nativitas, en San Lorenzo Atemoaya, Xochimilco; y en el Panteón 20 de Noviembre, en el Centro de Tlalpan. Tristemente las fotos no capturan los aromas, porque sería agradable compartir ese olor a flores, veladoras e inciensos que se apoderan de los cementerios.

En fin, que no está chido caer en la confusión. No celebramos a la muerte, sino a la vida que vivieron nuestros muertos. Por eso se llama Día de muertos, no Día de la muerte.

Ah, por cierto, y para no dejar pasar la oportunidad de decirlo, esta es la mejor época del año. Hay mandarinas, pan de muerto, flores de cempasúchil, dulce de calabaza y ofrendas llenas de colores, olores y sabores. Y claro, que coincida con Halloween también está chido, porque a lo anterior se le pueden agregar las películas de terror y los disfraces. Definitivamente, estas son mis fiestas favoritas del año.

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