Quien tiene tiempo, comparte el tiempo.

El viernes pasado tuve la oportunidad de presenciar una adaptación a teatro de la novela Momo, de Michael Ende. No he leído la novela, la neta. De Ende solo leí El ponche de los deseos y, sinceramente, se las recomiendo, está muy divertida.

Momo es la historia de una morrita que se resiste a ingresar en el juego del consumismo y del capitalismo. Éstos se representan en la historia como una obsesión por ahorrar tiempo. Hay unos tipos de gris que representan al Banco del Tiempo y convencen a los adultos y niños de que ahorren tiempo y no lo malgasten en cosas sin importancia, como jugar con los amigos o pasar un buen rato con los hijos. Todo va bien hasta que se topan con Momo, ya que a ella no logran convencerla.

La puesta en escena es una adaptación hecha por el Taller de Teatro Buena Obra que, según me contaron, son varias familias de la zona sur-poniente de la Ciudad de México que se reúnen por el puro gusto de hacer teatro. Y, la verdad, quedé fascinado. El trabajo que realizan es genial.

Sinceramente, me gustó mucho lo que vi. Espero pronto poder ver de nuevo a este taller en el escenario.

Ah, y contrario a lo que dicen los representantes del Banco del Tiempo: quien tiene tiempo, comparte el tiempo, con su familia, con la banda, con el mundo.

P.D. Gracias a Andrés por la invitación.

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