Ba-sal-dú-a. Así, por sílabas para que no se complique.

El lunes pasado me encabroné supremamente con la trabajadora del archivo de la clínica del ISSSTE que me corresponde. Y nada más porque, gracias a que no se toma el tiempo de leer bien, pasé a mi consulta con 45 minutos de retraso.

Resulta que fui a sacar cita muy temprano en la mañana, hay que hacer fila y lo mejor es llegar antes de las 6:00 para que a las 7:00, que es la hora para agendar cita, aún haya lugares suficientes. Total que me tocó a las 5:15.

Llegué a las 5:00, puntual. Pasé a que las enfermeras me tomaran los signos vitales. No hallaban mi expediente hasta que lo identificaron por el carnet que traía dentro. Todo bien hasta ese momento. Fui a la sala de espera para ser llamado. Más o menos a las 5:20 se asomó el médico y llamó a Carlos Basurto. Pasó el tiempo y no me llamaba a mí, y del señor Basurto ni sus luces. Al cabo de un rato se asomó la enfermera. "¿Carlos?", me preguntó. Asentí. Me invitó a pasar, pero revisando el expediente que tenía en mano notó el error, yo soy Basaldúa, no Basurto. Fue al archivo a pedir el expediente correcto. No se lo dieron y fue conmigo a preguntarme la colonia donde vivo. Di la respuesta y la acompañé.

La del archivo trató de leer mi apellido, pero fracasó al segundo intento. "Basul... Balsa...", pena ajena. "Señora", le dije a la del archivo, "ya van tres ocasiones que envían el expediente incorrecto al consultorio, ¿de verdad no saben leer mi apellido?" Sí, lo sé, me manché con esa pregunta. "Es que estos los mandan los del turno de la mañana, no nosotros", se defendió. "Pero si la acabo de oír y no pasó de la primera sílaba, solo hay que aprender a leer bien." Sí, para ese momento ya estaba supremamente encabronado.

Ya no dijo nada más la del archivo. Le dio mi expediente a la enfermera, ésta se disculpó. Lo llevó al médico, él me llamó y se disculpó por el error. "No se preocupe", le dije, "es error de la gente que sabe leer."

Y ya, es todo lo que quería contar.

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