Anécdota en el AGN

Ayer fui al AGN. Para quienes no lo sepan, el archivo ocupa el edificio conocido como Palacio de Lecumberri, y quienes no sepan nada de Lecumberri, pregunten a Google y a Wikipedia.

Estuve consultando un bonito archivo del siglo XVII corroído por los bichos y el paso del tiempo. Al terminar mi consulta y de camino a la salida, pasé por el sanitario. Estaba vacío. Estuve un rato entretenido en quitarme los guantes y lavarme a conciencia las manos antes de hacer uso de algún inodoro. Pasé a hacer mis necesidades y me tomé mi tiempo.

Al salir del cubículo del retrete y dar la vuelta en U para llegar a los lavabos, me encontré con la señora de la limpieza que al verme dio un grito tan tremendamente gracioso que casi me vuelvo a cagar, esta vez de la risa. En verdad estaba espantada la señora. Le pedí disculpas, pero finalmente ella había entrado al baño después de mí y era su culpa no haber notado la presencia de algún usuario.

Comenzó a contarme una pequeña anécdota. No sé qué tenga la señora, pero no podía hablar y solo emitía una o dos sílabas por cada frase, lo que entendí de su historia se debe a la gran expresividad de su rostro.

En resumen, me contó que en los baños de los comedores del AGN la habían asustado. Que entró a limpiar el baño, se aseguró de que no hubiera nadie y cerró la puerta, y cuando llevaba avanzado el trabajo de limpieza, vio que alguien pasó de un lado a otro del baño. Hizo cara de extrañez, revisó que la puerta siguiera cerrada, lo estaba. Se acercó al lugar por donde pasó la persona en cuestión y no había forma de que alguien entrara o saliera del baño.  Caminó nuevamente hacia la puerta y sintió que alguien la tomó por el brazo. No vio a nadie. Se espantó y salió del baño.

Creo que ese antecedente propició el susto tan grande que se llevó cuando salía del baño.

Finalmente le volví a pedir disculpas y me salí del baño, y también del AGN.

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