Algunas obsesiones mías...

I. Ortografía y gramática. Sí, soy de esos mamones exagerados que corrigen textos ajenos. Me arden los ojos cuando encuentro errores de escritura. Lo peor del caso es que los he hallado en documentos laborales… qué desesperación, en serio. Creo que algunas amistades han dejado de serlo por mis constantes correcciones. (Sí, sé que yo tampoco escribo impecablemente, pero le echo ganitas.)

II. Los billetes. No es que cargue con muchos de ellos, porque no hay de dónde sacar tantos, pero los pocos que habitan mi billetera siempre están ordenados así: el anverso hacia el frente y nunca de cabeza, el de menor denominación es el primero y el mayor es el último. Me provoca cierta ansiedad que arruguen, doblen, o hagan chicharrón al papel moneda. Cuando recibo un billete en mal estado, lo aliso primero y después lo coloco en su lugar.

III. Dobleces en los papeles. Cuando doblo una hoja por la mitad, es por la mitad exacta. Cuando hago origami, trazo los dobleces con extremo cuidado y gran precisión. También soy cuidadoso con los tiquetes de pago que me entregan, siempre doblados en mitades exactas.

IV. Formato en un archivo de texto. Me desespera recibir un documento digital y encontrarme con varias fuentes usadas aleatoriamente, algunos párrafos justificados y otros alineados a la izquierda sin ninguna razón lógica. Simplemente, es algo horroroso.

V. La conjugación en la segunda persona del singular en pretérito del indicativo. Me duelen los oídos (para seguir con la extrema mamonería) cada vez que alguien dice trajistes, fuistes, oístes, y demás aberraciones.

Y ya, no diré más para no ser tan insoportable.

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